Primer día en Rocafuerte

Hoy el día no empezó muy bien. Nos levantamos siempre antes de las 7 y hoy había bastante ajetreo porque los españoles se marchaban. Después de desayunar subí al cuarto un momento y a la bajada el silencio reinaba. Ya se habían ido y había tanta gente que se habían olvidado de mí. Después de tener como consecuencia  un momento crítico-transcendental  dos horas más tarde fui a buscar a Renato y Carlos a Nueva Rosita en la canoa del señor Cesar. 



Allí conocí a Alegría, que estaba dando un taller de artesanía con las mujeres de la comunidad en la “Casa Comunal”. Las mujeres no se distraían de su trabajo escuchando nuestra conversación sobre si es necesario asistir o no a misa los domingos. Fue muy breve el tiempo que pasamos, y a la vuelta, pese al lodo extrañamente nadie se manchaba las botas menos yo. Descargamos tres bidones de gasolina, que pese a que aquí es bien barata y estamos muy cerca de las petroleras,  es bastante difícil de conseguir. El transporte de los bidones duró el resto de la mañana.

A medio día mientras estaba en la habitación oí gritos de “boa, boa”.. Resulta que una boa había entrado en el corral y estaba atacando a un pollo. Después de asimilar que no era que Anahí se hubiera confundido un domingo de Goa,  ya era demasiado tarde para  fotografiar lo que por suerte no parece ser muy común. Por la tarde se oyeron los mismos gritos pero esta vez era una culebra, así que empecé por algo más pequeñito.

Por la tarde fuimos a ver el nuevo hotel. La municipalidad está construyendo un hotel y cuando se termine de construir la red con la que trabajamos se va a encargar de la gestión, para que los beneficios vayan para las comunidades.  Supuestamente se acaba de construir en marzo, pero sinceramente no creo que lo llegue a ver funcionando antes de irme en junio. Son 5 habitaciones bastante grandes y se planea crear también un centro de interpretación. Asesorar sobre la decoración y los contenidos es otra de mis posibles funciones aquí.

Más del lado amable de la selva